Erase una vez en un lugar mágico de Galicia
que el sol se tenía que ir a dormir,
pero él quería su luz compartir.
Entonces las nubes acordaron,
susurrando poco a poco,
posarlo en una bruma marina
que en una acogedora mano se convertiría...
Como solía hacer desde hace millones de años
tenía sus rumbos trazados en los horizontes
y le aguardaban sus descansos
en el regazo del fondo de los mares.
Habría más veintes de septiembres,
pero el Monte del Limo deseaba
que el último rayo de ese día a él le alumbrara.
Una intrépida gaviota
revoloteaba cual cuidadora.
Entre la brisa marina
que poco a poco lo iba acunando
al fondo se iba posando.
Cuando las gaviotas respondieron
al eco de la cueva del Limo
y dando su apoyo se acercaron
para ayudar a ese sol revoltoso
y a la vez tan hermoso
tratando de escoltar sus colores ...
...se diluyó en el mar,
y desde el Cabo Ortegal
se podía disfrutar
de las diversas tonalidades
que solamente la Naturaleza
nos brinda sin dudar.
Desde el Cabo Ortegal, Cariño (A Coruña), 20 de Septiembre de 2014.